Una vez más he de comenzar estas líneas excusando el hecho de haber desaparecido de la blogosfera. Pero el blog, como cualquier ejercicio de redacción que se precie se debe realizar mediante esa inspiración que sin duda me ha faltado en este último mes.
Pero anoche, gracias a la compañía de tres personas maravillosas, sin las que creo que mi vida ya no será igual, a golpe de las notas musicales de LODV, debido a la emoción del momento y a la filosofía del voy a pasarmelo bien, la inspiración vino a mí en forma de recuerdo y de nuevos momentos vividos. Durante algo más de cuatro horas volaron columpios vacíos sobre nuestras cabezas y por los cementerios esperanzadores de nuestra voluntad. A ratos buscábamos aquellas niñas que de adolescentes lloraban en las fiestas cuando inventaban países fictícios en los que las palabras como porvenir o destino tuvieran un sentido para nosotras. Países que limitaban al Este con mil amigos y al Oeste con mar. En el que pasear por París sin pisar sus calles estaba permitido porque cuando la inocencia es tu dueña, los deseos de cosas imposibles tornan en verdad y te hacen vivir más feliz.
Cuatro amigas, todavía desconocidas, a las que escuchar las mismas canciones les traía diferentes recuerdos de momentos pasados. Quizá amores perdidos, historias perfectas y cargadas de sentimientos; ritmos con letras que sin quererlo hablan de nosotras y de lo que hoy por hoy sentimos y con los que sabes que estás conforme porque la razón, esta vez, le ha ganado al corazón. Y descifrando ese enigma casual del que te hace partícipe la vida y aprendiendo que mientras quede por decir una palabra, mientras quede una mirada para mí, mientras podamos regalar una sonrisa, mientras quede por cumplir una promesa, mientras quede una razón por reír, mientras quede un secreto entre nosotros y un beso para ir a dormir, estaremos a tiempo de seguir hacia adelante sin rendirnos.
Fuimos partícipes del sufrimiento de la soledad (uh! Sa la la), recordamos aquel rincón paseando por Madrid que en algún momento fue especial y en el que escapábamos de todo porque nos invitaba a pensar. Bailando descubrimos que tenemos talento, cultura, manos bonitas y que intentamos eso de hablar inglés. Podemos cantar para olvidar, actuar para que la vida sea nuestra mejor obra de teatro y pintar sonrisas en aquellos que sabemos que la necesitan. Podemos incluso escribir un poema con el que decir puedes contar conmigo aunque sintamos que vivimos en una cárcel de amor y que tarde o temprano ese alguien nos olvidará como a una muñeca de trapo. Pupilas que se inundan cuando me miras, te miro y suspiras. Miradas apartadas por miedo a temblar y un nudo en la garganta para el recuerdo de un Jueves Once de marzo de hace ya ocho años.
Anoche aprendí que con vosotras me puedo vestir de fiesta, llenar copas de recuerdos e historias, dibujar mi nombre sobre el suelo, viajar en silencio, gritar tanto como queramos, volar y despegar hasta el Sol ya que siempre os quedaréis en las frías madrugadas hasta la luz del alba. Sólo vosotras me podéis enseñar a volar cometas por el cielo. Y mientras los hacemos, cubriremos nuestros ojos, cerraremos la puerta y nos sentaremos cerca las unas de las otras para contarnos que hemos visto nuestros ojos llorar y las piernas aún nos tiemblan cuando recordarmos aquello de lo que hablar.
Y así, esta mañana, con el frío despertar de una soleada ciudad, sin saber dejar de adorar lo vivido, he vuelto a casa perdida mientras la estrella polar guiaba un camino con el que descifrar el motivo por el cual, las huellas que dejas en mí hacen que se me olviden las penas, y cada vez que me besas se me pegan los labios a tí en esta primavera nublada que se antoja perfecta y llena de promesas que seguro se cumplirán bajo estas lunas de abril. Recordando tu cara esperando en mi portal porque ya sabes que me encantan esas cosas y que no importa si es muy tonto porque soy así.