3.05.2012

... now my life is sweet like cinnamon ...




Levantarse un lunes con la desgana dél frío que entra por una pequeña rendija de la ventana. Comenzar el día como cualquier otro. Seguir la rutina de lo cotidiano y no rendirse ante aquello que te disgusta.  El detalle de dos viejos  y buenos amigos que te desean los buenos días con su sonrisa y con sus pequeñas manías, esas que odias hasta que llega un día que en las echas de menos por culpa de la distancia. Y ries con ellos. Y recuerdas. Y vives nuevos momentos. Y os hacéis preguntas absurdas y brindáis con mini botellas de Coca Cola que un extraño te ha dado en una gran plaza concurrida de gente del centro de una gran ciudad. Donde nunca pensaste en tener un bonito recuerdo. Donde a partir de ahora todo cambiará. Un nuevo lugar lleno de algo que sin saber te atrae, te atrapa y te hace sentir bien.

Pasan los minutos, las horas. Miras un reloj que te llama la atención, recorres una estación de metro buscando ese detalle patético que te hace volver a la inocencia y a la infancia y de nuevo a los recuerdos del porqué de esa amistad cuando casi nada a día de hoy os une por culpa de una distancia se se empeña en separaros y a la vez os une cada vez más.

Y sin querer, tras un café a deshora con triple de azúcar y falto de leche, miras por una vieja ventana que se antoja de película y un cielo de colores pastel en tonos amarillos y violeta te atrapa y te dejas llevar. Risas, miradas complices, música de fondo, medicinas para los ocasionales dolores de cabeza, una caricia furtiva y la mezcla de sentimientos entrelazada por la fina línea que separa el pasado con el presente. Y piensas que ese sueño de mierda que estás viviendo puede llegar a tener sentido si no te ocupas de ello ahora y te dejas llevar por el momento que conduce a pasar una magnifica tarde entre personas que de nada se conocen y que cuando te das la vuelta ya están quedando para mañana. Cierras los ojos. Un momento a solas y te basta para darte cuenta de que tu vida de ahora es tan dulce como lo puede ser la canela.

Cojer el metro como si de transportarte a otra dimensión se tratara, y entre gente que no conoces, una mirada amiga que te aporta calor en las tardes en las que en LONDRES sigue haciendo frío. Un mapa improvisado en una hoja de papel para llegar a tu destino. Música en directo, voces conocidas, la tranquilidad de que aquellos en los que confias piensan tanto en tonterías como tú. Consejos dados,  puede que a destiempo. El chin chin fortuito de dos vasos que brindan por el momento, palabras que no quieres que acaben y que deseas que suenen siempre en tu cabeza. Un baile a acompasado, una canción que tarear sin letra porque se te antoja complicada. Pensar que todo lo dulce es veneno y no poder dejar de beberlo. De nuevo miradas, la seguridad de decirlo todo sin decir nada y terminar bebiendo ese último trago amargo y caliente para querer olvidar los errores cometidos y para elevar la sensación de bienestar por probar del fruto prohibido.

Mirar el móvil para ver a qué deshoras llegas hoy a casa. Sentir el mismo frío procedente de la ventana que 18 horas antes cuando te levantaste y leer un mensaje de alguien que te recuerda que las princesas de cuentos tan reales como terrenales existen y tú eres la protagonista por el sólo hecho de ser tú misma y pensar que tu nueva vida tiene el sabor dulce de la canela. Sólo tienes que seguir pisando con la seguridad de que con querer disfrutar con cada paso que das en esta nube cargada de lluvia y algodón a partes iguales en la que se han convertido tus días.



... radio ...  


" (...) Now my life is sweet like cinnamon
Like a fucking dream I'm living in
Baby love me 'cause I'm playing on the radio
(How do you like me now?"


No hay comentarios:

Publicar un comentario